La manera que tenía el viejo Azureus de recibir a la gente era una rapsodia silenciosa. Inclinándose extáticamente, lentamente, tiernamente, tomaba la mano de uno entre sus suaves palmas, y la conservaba así, como si fuese un tesoro largo tiempo buscado, o un gorrión todo pelusa y corazón, en un húmedo silencio, mirándolo entretanto a uno con sus reverentes arrugas más que con sus ojos, y entonces, muy despacio, la sonrisa de plata empezaba a disolverse, las tiernas y viejas manos aflojaban gradualmente su apretón, una expresión vacía sustituía a la ferviente luz de su pálido y frágil semblante, y se apartaba de uno como si se hubiese equivocado, como si, a fin de cuentas, no fuese uno la persona amada..., la persona amada a la cual descubriría un momento después en otro rincón, y volvería a resplandecer la sonrisa, y sus manos envolverían de nuevo al gorrión, y de nuevo se desvanecería todo.
Fragmento de la novela Barra siniestra, de Vladimir Nabokov, nacido el 23 de abril de 1899
Primeros capítulos de Lolita
No hay comentarios:
Publicar un comentario