sábado, diciembre 31, 2005

Henri Matisse

Femmes et singes
Original de Henri Matisse, nacido en
Le Cateau-Cambrésis el 31 de diciembre de 1869.

Más obras de Matisse

El 31 de diciembre de 1878, nacía Horacio Quiroga.

domingo, diciembre 25, 2005

Niño (estampa navideña)

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado
-Miguel Hernández-


Niño. Niño del extrarradio. Niño de los cartones y el gesto huraño.
Déjame en esta noche cantarte, niño esquivo; deja que mi palabra te acaricie; que este grito de sangre que me agobia surja feroz y ardiente como un magma de espanto, como una sonora bofetada en el rostro impasible de los dioses.
Atrás, lejos, muy lejos, hay la caricia de una madre, un recuerdo borroso que tu piel, hoy endurecida por lluvias y quebrantos, evoca muy de cuando en cuando, quizá para escapar al miedo de las noches pobladas por expectantes ratas, gritos enloquecidos y algún llanto lejano. Niño.
Tu luna de cristal es la farola de la esquina, que una piedra a destiempo borra sin el menor remordimiento, sumiendo en las tinieblas tus años infantiles. Niño.
En tu mano surcada por miríadas de líneas, falta una: La línea del futuro. Acaso la borraron otras líneas menos inofensivas: las hondas cicatrices que dejan los cristales, las latas, las traidoras astillas escondidas. Niño.
Hubo quien te enseñó que una navaja abierta es la estrecha frontera entre el frío y la nada. Que un silencioso uniforme en la distancia puede significar la pérdida del cielo que cobija tus sueños, si es que soñar aún no es imposible. Que la noche es un hediondo basural donde encontrar aquello que la suerte te niega. Niño.
Niño de ropa vieja y mejillas manchadas, sospechoso habitual, espectro sin respuesta. Niño.
Niño gris de chatarra, papel y heridas sucias. Niño de octubre sin zapatos ni amor ni primaveras. Niño de negros ojos y silencio en los labios. Niño sin videojuegos ni esperanzas, sin lágrimas ni risa, sin un abrazo confortable, sin futuro. Niño de otoños largos sin música ni escuela, sin papá noel ni reyes magos, niño sin villancicos. Niño ajeno a ese mundo de escaparates encendidos y cenas navideñas. Niño de la inocencia asesinada. Niño que te repites por todas las esquinas. Niño que una mañana no amaneces. Niño.

Sergio B. que hoy cumple...

jueves, diciembre 22, 2005

Alvaro Cunqueiro


Hoy se cumplen 94 años desde el nacimiento de Alvaro Cunqueiro, que vino al mundo el 22 de diciembre de 1911 en Mondoñedo (Lugo)

Textos de Alvaro Cunqueiro

También un 22 de diciembre, en 1870, fallecía Gustavo Adolfo Bécquer

miércoles, diciembre 21, 2005

Heinrich Böll

En la habitación de Hedwig aún había luz, avancé y vi el coche de color vinoso, estacionado aún frente a la puerta de la casa. Di la vuelta a todo el bloque, hasta el callejón sin salida de la Korbmacherstrasse.
Reinaba el silencio y la oscuridad; callábamos; me vino el hambre y desapareció de nuevo, volvió y se fue otra vez, me recorría como las ondas de un terremoto. Se me ocurrió que el cheque que le envié a Wickweber era un cheque sin fondos. Pensé que Hedwig no me había preguntado ni siquiera mi profesión, que no sabía cuál era mi nombre de pila. Los dolores de mis manos se intensificaron, y cuando cerré por unos segundos mis doloridos ojos, me vi danzando por eternidades llenas de triángulos de color naranja.
La luz en la habitación de Hedwig se apagaría, en ese lunes, del que aún quedaban cuatro horas; se iría perdiendo en la distancia el ruido del motor del coche estacionado en la puerta, el coche de color vinoso. Me parecía oír ya cómo ese ruido perforaba las sombras de la noche, dejando tras él el silencio y la oscuridad. Subiríamos escaleras, abriríamos puertas con precaución y volveríamos a cerrarlas. Hedwig miró su boca una vez más, volvió a repasarla con un trazo lento y firme, como si no fuera lo bastante roja, y yo supe ya entonces lo que no había de saber hasta más tarde.

Fragmento de la novela El pan de los años mozos, del escritor alemán Heinrich Böll, que nació el 21 de diciembre de 1917 en Colonia (Alemania)

Cuentos de Heinrich Böll

También un 21 de diciembre, en 1921, nacía Augusto Monterroso

lunes, diciembre 19, 2005

La isla de Robinson

Según la novela de Daniel Defoe, el 19 de diciembre de 1686 fue el día en que Robinson Crusoe abandonó la isla en la que había permanecido durante más de veintiocho años, tal como lo explica en el siguiente fragmento:

Y fue así como abandoné la isla el 19 de diciembre de 1686, según los cálculos que hice en el barco, después de haber vivido en ella veintiocho años, dos meses y diecinueve días. De este segundo cautiverio fui liberado el mismo día del mes que había escapado por primera vez de los moros de Salé en una piragua.

Al cabo de un largo viaje, llegamos a Inglaterra el 11 de junio de 1687, después de treinta y cinco años de ausencia. Cuando llegué a Inglaterra era un perfecto desconocido, como si nunca hubiese vivido allí. Mi benefactora y fiel tesorera, a quien había encomendado todo mi dinero, estaba viva, pero había padecido muchas desgracias. Había enviudado por segunda vez y vivía en la pobreza. La tranquilicé respecto a lo que me debía y le aseguré que no le causaría ninguna molestia, sino al contrario, en agradecimiento por sus pasadas atenciones y su lealtad, la ayudaría en la medida que me lo permitiera mi pequeña fortuna, lo cual no implicaba que pudiese hacer gran cosa por ella. No obstante, le juré que nunca olvidaría su antiguo afecto por mí y así lo hice cuando estuve en condiciones de ayudarla, como se verá en su momento.

Leer Robinson Crusoe
Descargar novela en formato pdf

También un 19 de diciembre, en 1861, nacía en Trieste el escritor Italo Svevo.
El 19 de diciembre de 2003 en Al_Andar...

domingo, diciembre 18, 2005

Paul Klee

Paisaje con pájaros amarillos
de Paul Klee,
nacido en Münchenbuchsee (Suiza)
el 18 de diciembre de 1879.

viernes, diciembre 16, 2005

Rafael Alberti

Retornos de Vicente Aleixandre

¿Dónde estás tú, mi amigo,
de dónde vienes tú, desde qué fondo
de los años me llegas,
en este mediodía tan distante
de aquellos otros o de aquellas noches
en las que te encontraba,
alto, pulido y rubio,
ya como en busca de lo que iba a darte
con el tiempo esa voz en la que alienta
todavía el verdor claro de entonces?

Han pasado las cosas. Han caído
mares de oscuridad, negros telones.
Precipitadas nieblas en derrumbe
nos han ahogado hasta quedar algunas
sangres preciosas sepultadas. Óyelas,
como yo las escucho, aquí, tan lejos,
tanto, que con las manos puedo, a veces,
tocarles el sonido...
                                           Sí, han pasado,
han pasado las cosas. Pero mira:
siempre la muerte retrocede, siempre
sus yertas oleadas ceden paso
a esa doliente luz donde se abre,
niño feliz de espuma azul, la vida.

Y así, mi amigo, ahora,
en este mediodía tan distante,
de sol subido en las mecidas cumbres
de los bosques, de pájaros, de cielos,
de estas involuntarias extensiones
que hace tiempo me habitan, tú me llegas,
nuevo otra vez, reverdecido y joven,
como si tantos años sucedidos
hubieran sido únicamente un día,
sólo un día sin sombras.
                                                Que tus soles
venideros no pasen y, altos, sigan
penetrándote siempre
de igual temblor para que en mí retorno
tu misma luz de hoy pueda hablarme.

Poema de Rafael Alberti, nacido un 16 de diciembre de 1902.
Del libro Retornos de lo vivo lejano (1948-1956)
Otro texto de Alberti

martes, diciembre 13, 2005

Kandinsky

Composición IX, de Wassily Kandinsky,
fallecido el 13 de diciembre de 1944.

lunes, diciembre 12, 2005

Ángel Crespo

Su mirada insistente


Ha puesto frente a mí su tienda blanca.
Su mirada insistente
¿qué me promete? Miro
sus manos demasiado
suaves para ser suyas,
sus ojos en exceso luminosos.
Y ya no está,
pero ¿hasta cuándo, sólo?


Poema del libro El aire es de los dioses, del poeta manchego Ángel Crespo, fallecido el 12 de diciembre de 1995.

Más textos de Ángel Crespo.

También un 12 de diciembre, en 1821, nacía Gustave Flaubert

viernes, diciembre 09, 2005

Mirar el mar

Mirar el mar
al este el norte el sur
pintarlo en el oeste con el fuego
verdoso de las tardes otoñales

Ver el mar devorando a sus crepúsculos
escuchar sus latidos cada noche
sus canciones de espuma y marejada
memoria de otras noches y otros mares

Pintar el mar sumirse en él desembocarse
ebrios de mar amarse desbocarse
Mirar el mar de mar emborracharse
ser orilla y temblor y acantilado
caer caer caer entre las olas
mirar del mar el mar inolvidable
y no poder cruzarlo para verte...


B.

miércoles, diciembre 07, 2005

EOM 37

En la imagen: Emboscados, de Lilia Luján.

Ya está en la red el nº 37 de EOM, revista de arte
y literatura, con sus habituales secciones:

     Agua (imagen)

                Aire (poesía)

                        Tierra (prosa)

                                  Fuego (miscelánea)

lunes, diciembre 05, 2005

Monet

Estación de San Lázaro, de Claude Monet,
fallecido el 5 de diciembre de 1926 en Giverny

domingo, diciembre 04, 2005

Gustav Meyrink

En esta novela un tal Christopher Taubenschlag ínterpreta el papel de un hombre vivo.
No conseguí averiguar si vivió alguna vez; es seguro que no ha salido de mi fantasía, de esto estoy completamente convencido; lo afirmo con rotundidad para evitar el peligro de que se me considere como alguien que quiere hacerse el interesante. Aquí no se trata de describir con exactitud de qué modo se llevó a cabo el libro; baste saber que yo me limito a hacer un somero bosquejo de lo ocurrido.
Espero ser disculpado si hablo de mí mismo en algunas frases, un defecto que por desgracia no puedo evitar.
Tenía la novela bien perfilada en la cabeza y ya había empezado a escribirla cuando advertí - ¡no antes de repasar el borrador! - que el nombre de Taubenschlag se había introducido sin que yo me diera cuenta de ello. Pero esto no es todo: frases que me había propuesto trasladar al papel cambiaban bajo la pluma y escribía algo totalmente distinto de lo que yo quería decir; se inició una batalla entre el invisible «Christopher Taubenschlag» y yo, en la cual el primero consiguió imponerse.
Yo había planeado describir una pequeña ciudad que vive en mi memoria, pero surgió una imagen muy diferente, una imagen que hoy aparece más diáfana ante mis ojos que la conocida realmente.
Al final no me quedó otro remedio que dejar hacer su voluntad a la influencia que se llama Christopher Taubenschlag, prestarle mi mano, por así decirlo, y tachar del libro todo lo que procedía de mi propia imaginación.


Fragmento de la novela El dominico blanco, de Gustav Meyrink, fallecido el 4 de diciembre de 1932 en Starnberg (Baviera)

El relojero (cuento)

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sábado, diciembre 03, 2005

La línea de sombra

Por la tarde hice mi cuarto de guardia como de costumbre. Una calma chicha envolvía el barco y parecía mantenerlo inmóvil en una llameante atmósfera compuesta de dos tonos de azul. Ráfagas breves y calientes caían sin fuerza de lo alto de las velas. A pesar de todo, el barco avanzaba. Había debido avanzar, pues en el momento de la puesta del sol pasamos frente al cabo Liant y al poco tiempo lo dejábamos atrás: siniestra forma fugitiva bajo las últimas luces del crepúsculo.

A la noche, bajo la luz cruda de su lámpara, mister Burns parecía haber salido a la superficie de su lecho. Hubiérase dicho que, por fin, lo había soltado una mano opresora. A mis pocas palabras, contestó con un discurso relativamente largo y coherente. Se sentía más fuerte. Si pudiese librarse de la asfixia de aquel calor estancado, me decía, estaba seguro de que podría subir al puente y en estado de ayudarme dentro de dos o tres días.

Mientras me hablaba, yo lo contemplaba temiendo que aquel enérgico esfuerzo lo hiciese caer inanimado ante mis ojos. No puedo negar, sin embargo, que su buena voluntad tenía algo de consolador. Le di una respuesta apropiada, pero declarándole que la única cosa que podía ayudarnos era el viento, un buen viento.

Sacudió con impaciencia su cabeza sobre la almohada, y lo que agregó no fue ya demasiado consolador. Nuevamente le oía murmurar cosas absurdas referentes al difunto capitán, aquel viejo ahogado a los 8º 20' de latitud, precisamente en nuestra ruta... emboscado a la entrada del golfo.

Fragmento de la novela La línea de sombra, de Joseph Conrad, nacido el 3 de diciembre de 1857 en Berdichev, Polonia (hoy Ucrania).

El arte del novelista
El corazón de las tinieblas (zip)

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