viernes, marzo 10, 2006

Boris Vian

En la estación de Denfert-Rochereau subió al mismo departamento un compañero de estudios, pero de la sección superior. Llevaba una losa sepulcral de mayores dimensiones, y en un capacho llevaba, además, una hermosa cruz de cuentas de vidrio violetas. Fidéle le saludó. La disciplina académica era severa, y todos los discípulos debían vestir traje negro y cambiarse de ropa interior dos veces por semana. Debían también abstenerse de actitudes fuera de lugar, tales como salir sin sombrero o fumar por la calle. Fidéle envidiaba la cruz violeta, pero el año avanzaba, y en dos meses más pasaría también él al curso superior. Entonces tendría acceso a las grandes losas sepulcrales y a dos cruces de cuentas de vidrio y una de granito que, en principio, no tenían derecho a llevarse a casa para trabajar. Dado su elevado precio, el material estaba marcado con el nombre del director del curso, pero de vez en cuando los alumnos recibían autorización para trabajar en sus propias casas determinadas combinaciones estéticas, a fin de que sacaran un provecho completo de las enseñanzas recibidas en clase. En la primera sección se estudiaban los mármoles destinados a niños de hasta trece años, después se tenía derecho a los J-3 y, finalmente, en la tercera sección, se operaba sobre tumbas de adultos, que resultaban más interesantes y más variadas. Se trataba, por supuesto, de estudios teóricos: los conocimientos adquiridos se referían al proyecto y a la disposición de las losas. La ejecución del tallado y la realización material de la entalladura correspondían a los alumnos de la División de Realización.

Fragmento del relato El camino desierto, del escritor francés Boris Vian, nacido el 10 de marzo de 1920 en Ville D’Avray, suburbio de París.

Otros textos de Boris Vian.

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