Cantamos porque la vida lo precisa.
Porque al mágico influjo de la música
las piedras del camino devienen girasoles,
porque al cantar se cauterizan las heridas
y nace entre las manos una espiga
que eleva su estatura hacia el sonido
que fluye interminable, que germina
y se expande como un polen de promesas
por la extensión sin límite del cielo.
Cantamos porque el canto es necesario.
Porque en alguna parte, alguien que sufre,
necesita los versos, las notas que tañemos,
los acordes que inventa nuestra lira.
(Pésimo conversador es el silencio,
hay que romper su círculo encantado
y lanzar hacia el viento las palabras
como un cauce perpetuo que no tiembla
ante el rugido atronador de sus sicarios)
Cantamos nuestra dicha y nuestra pena,
el pan que nuestras bocas alimenta
y el vino que nos roba la consciencia.
El canto es una lucha que no ceja,
una herramienta contra las cadenas,
un estandarte imprescindible, una luz plena
que no apagan las noches de derrota
ni el severo fluir de lágrimas doradas.
Mi canto es una bandera de horizontes,
una hoguera de manos enlazadas,
un coro de palomas que despiertan.
Cantamos, de SBL en el Día mundial de la poesía
1 comentario:
Excelente!
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