viernes, abril 21, 2006

Mark Twain

Pero, al fin, con el correr del tiempo, Hadleyburg tuvo la mala suerte de ofender a un forastero de paso, quizá sin darse cuenta, de seguro sin ninguna intención, ya que Hadleyburg, totalmente autosuficiente, no se preocupaba de los forasteros ni de sus opiniones. Sin embargo, le habría convenido hacer una excepción, al menos en ese caso, ya que se trataba de un hombre cruel y vengativo. Durante un año, en todas sus correrías, no consiguió que se le fuera de la cabeza la ofensa recibida y dedicó todos sus ratos de ocio a buscar una satisfacción que le compensara.
Urdió muchos planes; todos le parecieron buenos, pero ninguno lo suficiente devastador: el más modesto afectaba a muchísimos individuos pero aquel hombre buscaba uno que castigase a toda la ciudad, sin que se escapara nadie.
Por fin tuvo una idea afortunada, y su cerebro se iluminó con una alegría perversa. Inmediatamente comenzó a maquinar un plan, diciéndose: Esto es lo que debo hacer: corromper a la ciudad.

Fragmento de la narración El hombre que corrompió Hadleyburg, de Mark Twain, fallecido en Nueva York el 21 de abril de 1910.

Las aventuras de Tom Sawyer en Wikisource
El 21 de abril de 1984 fallecía Manuel Mújica Láinez

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