como otras tantas veces
y me alejé en silencio.
Siempre viví cerrando puertas
o viéndolas cerrarse tras de mí:
Puertas entrecerrándose implacables
como una barricada ante mis ojos.
He aprendido que cada despedida
es el eco de un canto cancelado.
Que una mirada al borde del andén,
el gesto de una mano que se pierde
o un avión despegando
son heridas que nunca cauterizan.
Es necesario entonces
cerrar las puertas con tristeza
y alejarse despacio hacia poniente
en busca de otros soles, de otras Ítacas
de otros ríos y aldeas
allende el horizonte de los días.
Mas no es fácil caminar cuando se sabe
que el olor de las flores no regresa.
El 12 de febrero de 1984 fallecía Julio Cortázar
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