miércoles, marzo 28, 2007

Julio Llamazares

Los ladridos nos han guiado en medio de la oscuridad, por el sendero que atraviesa brezales y piornos, hacia la línea gris del horizonte.
Cerca ya, Ramiro hace un gesto con la mano. Su hermano, Gildo y yo nos desplegamos con rapidez hacia los lados. La ascensión es ahora mucho más lenta y penosa: sin la oscura referencia del sendero y con los matojos agarrándose a nuestros pies como garras de animales enterrados en el barro.
La sombra de Ramiro, en el sendero, ha vuelto a detenerse. El perro ladra ya a escasos metros de nosotros.
Sobre la raya gris del horizonte, tras un mojón de robles, se dibuja, imprecisa y helada, la sombra de un tejado que flota entre la niebla.
La majada, en lo alto del puerto, es un montón de tapias arruinadas. Hasta nosotros llega un olor intenso a estiércol y abandono. A soledad.
Los ladridos amenazan con reventar el vientre hinchado de la noche.

Fragmento de la novela Luna de lobos, de Julio Llamazares, nacido el 28 de marzo de 1955.
El 28 de marzo de 1868 nacía Máximo Gorki
El 28 de marzo de 1942 fallecía Miguel Hernández

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