Los árboles avanzaban impetuosamente como para arrojar a los delanteros dentro de la laguna. Ciertas grandes raíces retorcíanse al filo del agua. A trechos, entre bosque y orilla, quedaban sin embargo algunos claros retaceados de yerba, en el mayor de los cuales encontrabanse la choza y ese hombre. Tenía el sombrero de palma levantado sobre la frente y se destacaban netamente 1os angulosos rasgos de su cara cetrina, la nariz de rotundo trazo aguileño, los labios anchos, que se habían contraído hacia un lado, en un rictus entre sonriente y desdeñoso. Su amarillenta camisa de dril estaba manchada de sangre.
Fragmento del relato La llamada, de Ciro Alegría, nacido el 4 de noviembre de 1909.
El 4 de noviembre de 2003 fallecía Rachel de Queiroz
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