Salvor Hardin no fue directamente al planeta Anacreonte, el cual había dado nombre al reino. No llegó hasta el día antes de la coronación, tras haber hecho rápidas visitas a ocho de los mayores sistemas estelares del reino, no deteniéndose más que el tiempo justo para conferenciar con los representantes locales de la Fundación.
El viaje le produjo la opresiva impresión de la enormidad del reino. Era una pequeña astilla, una insignificante manchita comparado con las extensiones inconcebibles del imperio galáctico, del cual había formado una parte tan distinguida; pero para alguien cuyos hábitos mentales han sido construidos alrededor de un solo planeta, que además está escasamente poblado, el tamaño y la población de Anacreonte eran impresionantes.
Siguiendo cerradamente los lindes de la antigua Prefectura de Anacreonte, abarcaba veinticinco sistemas estelares, seis de los cuales incluían más de un mundo habitable. La población de diecinueve billones, aunque aún muy inferior a la del apogeo del imperio, crecía rápidamente con el desarrollo científico cada vez mayor alentado por la Fundación.
Y sólo entonces Hardin se sintió aterrado ante la magnitud de esa tarea.
Fragmento de la novela Fundación, de Isaac Asimov, nacido el 2 de enero de 1920.
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