miércoles, mayo 24, 2006

Henri Michaux

Entre todas las estaciones del mundo, la Estación de Calcuta es prodigiosa. Las aplasta a todas. Sólo Ella es una estación. El edificio en sí no tiene nada de particular. Sin duda. ¿Entonces? Pero sólo en Calcuta he sentido lo que es una estación, lo que es un lugar donde las personas esperan trenes.
En Calcuta las personas realmente esperan.
Hay unas treinta vías y otros tantos andenes. Cada andén regido por una puerta de hierro.
Entre esas puertas y la ciudad de Calcuta está el inmenso hall de la estación.
Ese hall es un dormitorio. Frente a la puerta que los separa del tren que esperan, están acostados, durmiendo con un ojo sobre sus valijas rosadas.
Esa impresión del más allá de las vías, de los trenes que van a arrebatarnos, ese sueño preliminar, como para hacer creer que a veces se espera una semana o dos antes de divisar un tren -naturalmente, en las salas de espera no hay nadie: están demasiado lejos del tren, hay demasiados bancos- esa espera de la partida, y sin embargo ese sueño, esa gente deshecha por la fatiga ante la sola idea de viajar, esa preocupación de tener su descanso, su descanso ante todo...

Fragmento de Un bárbaro en Asia, del escritor francés Henri Michaux, nacido en París el 24 de mayo de 1899.
El 24 de mayo de 1940 nacía Joseph Brodsky
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