martes, mayo 02, 2006

El lunar

Todo Versalles resplandecía. Desde la planta baja hasta el tejado relucían las arañas, las girándulas, los mármoles y los muebles dorados. Excepto los aposentos de la reina, todas las puertas estaban abiertas de par en par. A medida que el caballero avanzaba, le invadían una admiración y una sorpresa difíciles de imaginar, pues lo que hacía realmente maravilloso el espectáculo que se le ofrecía no era solamente la belleza y el esplendor del mismo, sino la absoluta soledad en que se encontraba en aquella especie de desierto encantado.
En efecto, cuando se encuentra uno solo en un vasto recinto, ya sea un templo, un claustro o un palacio, se siente algo extraño o, por así decirlo, misterioso. Parece como que el monumento pesa sobre el hombre, que los muros le miran, que los ecos le escuchan y el ruido de sus pasos turba el venerable silencio de tal modo, que siente un temor involuntario y no se atreve a andar sino con respeto.
Así le ocurrió al principio al caballero; pero pronto pudo más la curiosidad, y le arrastró.

Fragmento de la narración El lunar, del escritor francés Alfred de Musset, fallecido el 2 de mayo de 1857.

Ya en la red la actualización de mayo 2006 de Ala de Cuervo y el nº 141 de Letralia
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