viernes, mayo 05, 2006

Kierkegaard

Søren KierkegaardHabiendo un día bajado demasiado el precio de las especias en Holanda, los mercaderes hicieron arrojar algunos cargamentos al mar con el fin de elevarlo de nuevo. Habla allí un engaño perdonable y hasta quizá necesario. ¿Tenemos necesidad de una treta semejante en el mundo del espíritu? ¿Tan seguros estamos de haber llegado a tanta altura que sólo nos resta suponer piadosamente no estar en ese punto con el fin de tener con qué llenar el tiempo? ¿De esta manera es como la presente generación tiene necesidad de engañarse a sí misma? ¿Es ésa la virtud que interesaba atribuirse? ¿O quizás no ha llevado a una perfección suficiente el arte de mentirse a si misma? ¿O aquello de que ha menester no es sobre todo una seriedad íntegra que, sin dejarse asustar o corromper, indique las tareas a cumplir, una seriedad íntegra que vele con amor por estas obras, que no incite a los hombres, asustándolos, a querer lanzarse hacia lo más alto, sino, por el contrario, conservar las tareas a cumplir frescas, bellas, agradables a la vista, atrayentes a todos, y sin embrago, difíciles y apropiadas para provocar el entusiasmo de las naturalezas nobles, porque una naturaleza noble no se entusiasma sino por lo que es difícil?

Fragmento de Temor y temblor, de Sören Kierkegaard, nacido en Copenhague el 5 de mayo de 1813.
El 5 de mayo de 1949 fallecía Maurice Maeterlinck

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