viernes, mayo 26, 2006

Jorge Icaza

En la calle, indiferente al viento paramero y a la llovizna de un anochecer de calofrío y bruma, envuelto en el chuchaqui del desprecio de quienes más admiraba, Luis Alfonso se sintió desgarrado, exhibiendo sin pudor sus sombras tutelares, fétidas, deformes. Sobre todo la de mama Domitila. ¡Nooo! No podía con ella. La otra, a pesar de su pobreza, era noble. Es que... Recordó con amargura que ante el cinismo de la vieja cara de caballo de ajedrez le fue imposible su juego predilecto. No le dejó, no le dejaron, como de costumbre, ocultar lo rencoroso, lo turbio, lo sentimental, lo fatalista, lo quieto, lo humilde de su madre -india del servicio doméstico-, bajo el disfraz de lo altivo, lo aventurero, lo inteligente, lo pomposo, lo fanático, lo cruel de su padre -señor en desgracia-. "¿Por qué estuve cobarde? ¿Por qué no se me ocurrió una mentira, un chiste? ¿Por qué carajo me abrieron el pecho para mirarme adentro? ¿Por qué se me amortiguó la lengua? ¿Por qué? ¿Por qué el cerebro se sintió vacío? ¿Por qué las piernas...? ¿Por qué?, se dijo el mozo reprochándose con odio.

Fragmento de la novela El chulla Romero y Flores, de Jorge Icaza, fallecido el 26 de mayo de 1978.
El 26 de Mayo de 1976 fallecía el filósofo Martin Heidegger

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quién es el autor del retrato de Jorge Icaza que se publica aquí? Disculpa las molestias.

Sergio dijo...

No sabría decirlo. Parece que en la imagen hay firma, pero es demasiado pequeña para identificarla. Gracias por tu visita. Saludos.

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