Detrás del portón nos quedábamos algunos aguardando la llegada de los chicos del campo, que venían todavía admirando los paisajes de escarcha cruzados, los estanques helados, los bosques por donde se esconden las liebres. Transportaban en las blusas su familiar olor a heno y a caballeriza que se condensaba en el aire del aula cuando se apretujaban en torno a la estufa encendida. Aquella mañana, uno de ellos trajo en una cesta a una ardilla muerta de frío que había encontrado en el camino, e intentó colgarla por las garras en el poste de la sala de recreo.
Al rato comenzó la pesada clase de invierno.
Repentinamente, un áspero golpe en los vidrios dei ventanal nos hizo alzar la cabeza, y sorprendernos al ver de pie y junto a la puerta al gran Meaulnes. Se sacudió la escarcha de la blusa antes de entrar, y lucía la cabeza en alto y una expresión enceguecida.
Fragmento de la novela El gran Meaulnes, de Alain-Fournier, nacido el 3 de octubre de 1886.
El 3 de octubre de 1925 nacía Gore Vidal
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