viernes, octubre 20, 2006

Arthur Rimbaud

¡Otoño ya! — Pero ¿por qué añorar un eterno sol, estando comprometidos en el descubrimiento de la claridad divina, — lejos de las gentes que mueren con las estaciones?
Otoño. Nuestra barca alzada en las brumas inmóviles gira hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme con el cielo manchado de fuego y de lodo. ¡Ah! ¡Los harapos podridos, el pan empapado de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me crucificaron! ¡Nunca, pues, se acabará esta vampira reina de millones de almas y de cuerpos muertos y que han de ser juzgados! Me veo de nuevo con la piel roída por el fango y la peste, llenos de gusanos el pelo y las axilas y con gusanos todavía más gruesos en el corazón, tumbado entre los desconocidos sin edad, sin sentimientos... Habría podido morir allí... ¡Horrorosa evocación! Abomino de la miseria.

Fragmento de Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud, nacido el 20 de octubre de 1854.

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