lunes, octubre 30, 2006

Pío Baroja

En el peligro y en las situaciones graves, a pesar de la cobardía extraordinaria del ex prestamista, no le abandonaba nunca su ingenio; el soltar una gracia constituía para él una necesidad y, probablemente, empalado, con la soga al cuello o en las gradas del patíbulo, temblando de miedo, hubiera tenido que decir, entre castañeteos de dientes y convulsiones, alguna cosa chusca.
Reñía con todo aquel a quien no necesitaba por cosas fútiles; vociferaba en los tranvías y teatros con cobradores y acomodadores; levantaba el bastón a los golfos; trataba desdeñosamente a todo el mundo; hacía proposiciones indecorosas a las mujeres delante de sus maridos o de sus padres, y, a pesar de esto, no recibía más que raras veces las bofetadas o palos que otro cualquiera en su lugar recibiera.
Vanidoso y petulante, él mismo se reía de su petulancia. Cambiaba la sonrisa en gesto amenazador; y el gesto amenazador, en sonrisa; a veces sentía cierta especie rara y cómica de pudor y se ruborizaba; pero no se desconcertaba nunca.
El ex prestamista, a pesar de que su tipo no era nada agradable, tenia grandes éxitos con las mujeres. Se dedicaba a la ancianidad. Su táctica era rapidísima y expedita: a la primera semana ya pedía dinero.

Fragmento de la novela Mala hierba, de Pío Baroja, fallecido el 30 de octubre de 1956.
El 30 de octubre de 1910 nacía Miguel Hernández
El 30 de octubre de 1871 nacía Paul Valéry
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