miércoles, mayo 31, 2006

Walt Whitman

Aquí estoy con música ruidosa -con mis clarines y mis tambores,
No sólo ejecuto marchas para las victorias consagradas -yo ejecuto también marchas para los vencidos y para los asesinados.
¿Habéis oído decir que está bien ganada la jornada?
Yo también digo que es bueno caer -que las batallas se pierden con el mismo espíritu con que se ganan.
Yo redoblo y repico por los muertos;
Soplo en mi clarín mis notas más vibrantes y más alegres en loor de todos ellos.
¡Viva por los que cayeron!
¡Y por aquellos cuyas naves guerreras se hundieron en el mar!
¡Y por aquellos mismos que en el mar perecieron!
¡Y por todos los generales vencidos! ¡Y por todos los héroes derrotados!
¡Y por los innúmeros héroes desconocidos, iguales a los grandes héroes conocidos!

Poema 18 del Canto de mí mismo, de Walt Whitman, nacido en Long Island (New York) el 31 de mayo de 1819.
El 31 de mayo de 1960 fallecía Boris Pasternak
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martes, mayo 30, 2006

El astillero

La mujer y el hombre que habían pasado por el corredor ahuecaron allá lejos el silencio con un suave, inhumano murmullo. Hicieron sonar después definitivamente el pestillo de una puerta y la noche de lluvia se transformó en ventosa, placentera y gimiente, no más real que un recuerdo, más allá de las persianas corridas sobre la plaza.
El estupor de la cabeza falsamente apoyada en la almohada, casi vertical, consciente de los límites que imponían las patillas blancas y agresivas, y fortalecida por ellos, empezaba a teñirse de impaciencia. Escaso de fe, Larsen organizó el gran gesto de la cara que cae y se acerca con una demorada expresión de confidencia. «Abajo de estas ventanas pasé tantas noches con una mano en el revólver o cerca, pisando fuerte, a la vez ajeno y desdeñoso y provocando siempre inútilmente.»
Oyó, ronco y débil, inconvincente, un bocinazo en el río repetido tres veces. Se palpó de cigarrillos y no tuvo fuerzas para desprender el sobretodo húmedo que lo rodeaba, seduciéndolo, con un olor triste y cobarde, un perfume de resaca y de antiquísimas lociones que le habían resegado en el pelo en salones de peluquerías que series de espejos hacían infinitos, tal vez demolidos años atrás, increíbles ya, en todo caso.

Fragmento de la novela El astillero, de Juan Carlos Onetti, fallecido el 30 de mayo de 1994.
El 30 de mayo de 1778 fallecía François Marie Arouet Voltaire
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lunes, mayo 29, 2006

Alfonsina Storni

Me vienen estas cosas del fondo de la vida:
Acumulado estaba, yo me vuelvo reflejo...
Agua continuamente cambiada y removida;
Así como las cosas, es mudable el espejo.

Momentos de la vida aprisionó mi pluma,
Momentos de la vida que se fugaron luego,
Momentos que tuvieron la violencia del fuego
O fueron más livianos que los copos de espuma.

En todos los momentos donde mi ser estuvo,
En todo esto que cambia, en todo esto que muda,
En toda la sustancia que el espejo retuvo,
Sin ropajes, el alma está limpia y desnuda.

Yo no estoy y estoy siempre en mis versos, viajero,
Pero puedes hallarme si por el libro avanzas
Dejando en los umbrales tus fieles y balanzas:
Requieren mis jardines piedad de jardinero.

Este libro, poema de Alfonsina Storni, nacida en Sala Capriasca el 29 de mayo de 1892.
El 29 de mayo de 1874 nacía Gilbert Keith Chesterton
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sábado, mayo 27, 2006

Los altillos de Brumal

Vivíamos a escasos kilómetros del mar, tal vez a una veintena, pero en la aldea apenas si sabíamos del resplandor del sol o de la brisa que empujaba las barcas de los pescadores. Los niños del pueblo nos acostumbrábamos desde los primeros días a vivir en el frío y en las sombras. Y, como nada conocíamos, nada podíamos desear. Una vez al año, sin embargo, todo Brumal se desplazaba en comitiva. Adornábamos media docena de tartanas, y la comunidad engalanada se encaminaba hacia el pueblo de mar más cercano, aquel al que, según los registros, pertenecíamos. Cenábamos, cantábamos, dormíamos en la playa y, al día siguiente, regresábamos a la aldea. Así habían hecho nuestros abuelos, así hacíamos nosotros y así, con seguridad, harían nuestros hijos. Pero aquellos peregrinajes anuales me dejaban siempre un amargo sabor de boca. Las gentes del mar nos miraban con recelo, los niños de piel tostada nos escudriñaban sin recato y, en las noches de playa, no contábamos con la compañía de un solo lugareño ni de una barcaza rezagada.

Fragmento del relato Los altillos de Brumal, de Cristina Fernández Cubas, nacida en Arenys de Mar el 27 de mayo de 1945.
El 27 de mayo de 1867 nacía Enoch Arnold Bennett
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viernes, mayo 26, 2006

Jorge Icaza

En la calle, indiferente al viento paramero y a la llovizna de un anochecer de calofrío y bruma, envuelto en el chuchaqui del desprecio de quienes más admiraba, Luis Alfonso se sintió desgarrado, exhibiendo sin pudor sus sombras tutelares, fétidas, deformes. Sobre todo la de mama Domitila. ¡Nooo! No podía con ella. La otra, a pesar de su pobreza, era noble. Es que... Recordó con amargura que ante el cinismo de la vieja cara de caballo de ajedrez le fue imposible su juego predilecto. No le dejó, no le dejaron, como de costumbre, ocultar lo rencoroso, lo turbio, lo sentimental, lo fatalista, lo quieto, lo humilde de su madre -india del servicio doméstico-, bajo el disfraz de lo altivo, lo aventurero, lo inteligente, lo pomposo, lo fanático, lo cruel de su padre -señor en desgracia-. "¿Por qué estuve cobarde? ¿Por qué no se me ocurrió una mentira, un chiste? ¿Por qué carajo me abrieron el pecho para mirarme adentro? ¿Por qué se me amortiguó la lengua? ¿Por qué? ¿Por qué el cerebro se sintió vacío? ¿Por qué las piernas...? ¿Por qué?, se dijo el mozo reprochándose con odio.

Fragmento de la novela El chulla Romero y Flores, de Jorge Icaza, fallecido el 26 de mayo de 1978.
El 26 de Mayo de 1976 fallecía el filósofo Martin Heidegger

jueves, mayo 25, 2006

Rubén Vedovaldi

Asesino del piel roja / del vietnamita asesino.
Asesino de los negros / del musulmán asesino.

Su Embajada, sus aviones, sus tanques y submarinos.
Los asesinos del mundo siempre inventando enemigos.

No juguemos en el bosque que ya viene el asesino.


Metodista de la muerte; demócrata de la guerra;
el cuello habrá que torcerte mal hijo de una gran perra.

Asesino, asesino, viene por mi el asesino

Miente cuando dice Dios, miente donde dice amigo.

Nunca tuvo otro negocio que la muerte el asesino.


Asesino, asesino;

nunca va a fumar la pipa de la paz el asesino.


Baja con su bomba atómica, sus películas de tiros,
su televisión basura y su ladrón sin destino.

Asesino, asesino.

Si viene con bombardero, con tarjeta o portafolio,

si baja a robar el agua o viene a saquear petróleo,
no mira leyes ni fuero;

ya lo sabe el mundo entero. Todos gritan: ¡ASESINO!


No preguntes por quién doblan las campanas, argentino.

Viene por mi el asesino.

Viene por ti el asesino.


Canción alerta, poema de Rubén Vedovaldi (Argentina)
Coordinador del Taller Literario Palavra Livre

Otros poemas de Rubén Vedovaldi

El 25 de mayo de 1681 fallecía el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca.

miércoles, mayo 24, 2006

Henri Michaux

Entre todas las estaciones del mundo, la Estación de Calcuta es prodigiosa. Las aplasta a todas. Sólo Ella es una estación. El edificio en sí no tiene nada de particular. Sin duda. ¿Entonces? Pero sólo en Calcuta he sentido lo que es una estación, lo que es un lugar donde las personas esperan trenes.
En Calcuta las personas realmente esperan.
Hay unas treinta vías y otros tantos andenes. Cada andén regido por una puerta de hierro.
Entre esas puertas y la ciudad de Calcuta está el inmenso hall de la estación.
Ese hall es un dormitorio. Frente a la puerta que los separa del tren que esperan, están acostados, durmiendo con un ojo sobre sus valijas rosadas.
Esa impresión del más allá de las vías, de los trenes que van a arrebatarnos, ese sueño preliminar, como para hacer creer que a veces se espera una semana o dos antes de divisar un tren -naturalmente, en las salas de espera no hay nadie: están demasiado lejos del tren, hay demasiados bancos- esa espera de la partida, y sin embargo ese sueño, esa gente deshecha por la fatiga ante la sola idea de viajar, esa preocupación de tener su descanso, su descanso ante todo...

Fragmento de Un bárbaro en Asia, del escritor francés Henri Michaux, nacido en París el 24 de mayo de 1899.
El 24 de mayo de 1940 nacía Joseph Brodsky
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martes, mayo 23, 2006

Jose Asunción Silva

¿Tú crees que la mayor parte de los que se mueren han vivido? Pues no lo creas; mira, la mayor parte de los hombres, los unos luchando a cada minuto por satisfacer sus necesidades diarias, los otros encerrados en una profesión, en una especialidad, en una creencia, como en una prisión que tuviera una sola ventana abierta siempre sobre un mismo horizonte, la mayor parte de los hombres se mueren sin haberla vivido, sin llevarse de ella más que una impresión confusa de cansancio!... ¡Ah! vivir la vida... eso es lo que quiero, sentir todo lo que se puede sentir, saber todo lo que se puede saber, poder todo lo que se puede... Los meses pasados en la pesquería de perlas, sin ver más que la arena de las playas y el cielo y las olas verdosas, respirando a pleno pulmón el ambiente yodado del mar; las temporadas de orgías y de tumultos mundanos en París; los meses de retiro en el viejo convento español, entre cuyos paredones grises sólo resuenan los rezos monótonos de los frailes y las graves músicas del canto llano; la permanencia agitada en el escritorio de Conills, con mi fortuna comprometida en el engranaje vertiginoso de los negocios yankees, y la cabeza llena de cotizaciones y de cálculos, en pleno hardwork, las suaves residencias en Italia, en que secuestrado del mundo y olvidado de mí mismo, viví encerrado en iglesias y museos o soñando por horas enteras en amorosa contemplación ante las obras de mis artistas predilectos como el Sodoma y el Vinci, todo eso son cinco caminos emprendidos con loco entusiasmo, recorridos con frenesí, y abandonados por temor de que me sorprendiera la muerte en alguno de ellos antes de transitar por otros, por estos otros nuevos que trato de recorrer ahora y por los cuales dices tú que voy gastando inútilmente mis fuerzas... ¡Ah! ¡vivir la vida! emborracharme de ella... (leer texto completo en Wikisource)

Fragmento de la obra De sobremesa, del poeta colombiano Jose Asunción Silva, fallecido el 23 o 24 de mayo de 1896
El 23 de mayo de 1906 fallecía el autor noruego Henrik Ibsen
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lunes, mayo 22, 2006

Arthur Conan Doyle

El lugar es muy apartado y solitario, y los paseos resultan extraordinariamente pintorescos. La granja comprende tierras de pastoreo en el fondo de una cañada o valle estrecho irregular. A uno y otro lado de la cañada se alzan las fantásticas colinas de piedra caliza, formadas por una roca tan blanda que se puede romper con las manos. Toda la región está llena de oquedades. Si fuese posible golpearla con algún martillo gigantesco retumbaría lo mismo que un tambor, si es que no se hunde por completo y deja al descubierto algún enorme mar subterráneo. Que existe un mar subterráneo, no cabe duda, porque los arroyos se pierden por todas partes en la montaña misma y ya no vuelven a reaparecer. Hay por todas partes bocas abiertas en la roca, y entrando por ellas se encuentra uno dentro de grandes cavernas, que penetran hasta las entrañas de la tierra. Yo dispongo de una pequeña linterna de bicicleta, y constituye un constante gozo para mí el entrar con ella en esas extrañas soledades, para contemplar los maravillosos juegos de plata y de negrura que se producen cuando proyecto su luz sobre las estalactitas que cuelgan en los pliegues de los altos techos. Cierra uno la lámpara, y se ve rodeado de las más negras tinieblas. La abre, y se le presenta un escenario propio de las mil y una noches.
Pero una de esas extrañas aberturas o cuevas despiertan un interés especial, porque es obra de la mano del hombre y no de la naturaleza.

El espanto de la cueva de Juan Azul, de Sir Arthur Conan Doyle, nacido en Edimburgo el 22 de mayo de 1859.

El 22 de mayo de 1885 fallecía Victor Hugo
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domingo, mayo 21, 2006

La Mar

Otra vez, compañeros,
cuando creíamos
estar ya para siempre con la tierra,
he aquí que la mar nos ha ganado.
He aquí que nos cambian de prisión
y nos traen al Castillo que está en mitad del agua,
bañado de olas verdes y de humo y de espuma,
y de llamadas de vapores grises
y de bocanadas de movimiento
y de zarpadas lentas y calurosas.
He aquí que aspiramos
buches de zafarrancho y de piratería;
he aquí que los lomos sudan la mala brea
bajo el sol calafate
y las drizas nerviosas
y la arboladura de los brazos
crujen ya al ondear de las melenas
zafadas como estayes en el tumbo del viento.

Henos aquí en la mar,
a bordo del Castillo que ha de levar las anclas
con sus cien hombres que aman la mar,
con sus cien mástiles embanderados de gritos.
Henos aquí, compañeros,
esperando la hora en que el Castillo zarpe
y echemos por las bordas el lastre de los grillos
y el gran barco de piedra ponga proa a la costa
y ande sobre los montes como sobre olas verdes,
hasta arriarnos a todos entre las muchedumbres,
entre las muchedumbres combatientes
entre las muchedumbres ya pagadas,
entre las muchedumbres ya tranquilas,
saciadas de justicia, silenciosa de gesto,
entre las muchedumbres sosegadas de playa,
gravemente amainadas, como la mar de un puerto.

La Mar, poema de Andrés Eloy Blanco,
fallecido el 21 de mayo de 1955.
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sábado, mayo 20, 2006

Balzac

El lago del Bourget es una dilatada cortadura entre los acantilados de las montañas, en la que brilla, a setecientos u ochocientos pies sobre el nivel del Mediterráneo, una superficie de un azul único en el mundo. Visto desde la altura del Diente del Gato, el lago se asemeja a una enorme turquesa perdida en el fondo. La hermosa capa líquida tiene un contorno de nueve leguas y, en ciertos sitios, cerca de quinientos pies de profundidad. Pasear en una barca por el centro de aquella tranquila sábana, bajo un cielo sereno, sin oír otro ruido que el de los remos ni ver en el horizonte más que montañas brumosas; admirar las deslumbrantes nieves de la Maurienne francesa; pasar sucesivamente de bloques de granito cubiertos por el aterciopelado de los helechos, o por arbustos enanos, a risueñas colinas; a un lado el desierto, al otro una opulenta naturaleza; un mendigo asistiendo a la comida de un potentado; estas armonías y estas discordancias constituyen un espectáculo, en el que todo resulta grande o todo resulta pequeño. El aspecto de las montañas cambia las condiciones de la óptica y de la perspectiva un abeto de cien pies parece una caña; amplios valles, se ven estrechos como senderos. Es un lago apropiado para una confidencia amorosa. Allí se piensa y se ama. No existe lugar alguno de tan perfecto concierto entre el agua, el cielo, las montañas y el llano. Allí se encuentran bálsamos para todas las crisis de la vida. Es un paraje que guarda el secreto de los dolores, los consuela, los atenúa e infunde al amor cierta solemnidad, cierto recogimiento, que hacen la pasión más profunda, más pura. Allí se amplifica un beso. Pero, sobre todo, es el lago de los recuerdos; los favorece comunicándoles el matiz de sus ondas, espejo en que todo se refleja.

Fragmento de la novela La piel de zapa, de Honoré de Balzac, nacido en Tours el 20 de mayo de 1799.
El 20 de mayo de 2004 en Al_Andar...
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viernes, mayo 19, 2006

Nathaniel Hawthorne

Entre dos altos postes de piedra desbastada (la puerta se había caído de sus goznes en alguna época desconocida) contemplamos la fachada gris de la vieja casa del párroco, al final de una avenida de fresnos negros. Habían pasado doce meses desde que cruzó esa puerta en dirección al camposanto de la ciudad la procesión funeraria del venerable clérigo, su último habitante. Las roderas que conducían hasta la puerta, así como la avenida en toda su anchura, estaban casi cubiertas por la hierba, ofreciendo sabrosos bocados a dos o tres vacas vagabundas y a un viejo caballo blanco que vivía por su cuenta al lado de la carretera. Las sombras trémulas, que como si estuvieran medio dormidas se interponían entre la puerta de la casa y el camino público, formaban una especie de ambiente espiritual; y visto a través de éste el edificio no tenía el aspecto de pertenecer al mundo material. Poco tenía en común la casa, ciertamente, con esas moradas ordinarias que sobresalen de manera inminente en el camino de manera que todo viandante podría introducir la cabeza, por así decirlo, en su círculo doméstico. Desde las tranquilas ventanas de este edificio las figuras de los viandantes parecían demasiado remotas y oscuras como para turbar la sensación de intimidad. Por su alejamiento, y al mismo tiempo su accesibilidad, era el lugar adecuado como residencia de un clérigo: un hombre que aun sin verse enajenado de la vida humana, en medio de ésta se envolvía en un velo tejido a medias por el brillo y la oscuridad.

Fragmento de Musgos de una vieja rectoría, de Nathaniel Hawthorne, fallecido el 19 de mayo de 1864
El 19 de mayo de 1895 fallecía el poeta José Martí
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jueves, mayo 18, 2006

Zahatopolk

El profesor Driuzdustades había explicado que la identificación de la novia con la luna no debía entenderse literalmente, sino solamente a modo de bella alegoría. Una mañana, un pensamiento terrible asaltó a Diotima: «¿Por qué, si la unión no es más que alegórica, no puede serlo también la práctica canibalesca? ¿Por qué no podía sustituir un muñeco de pastelería a la novia viviente?» El carácter blasfemo de este pensamiento la heló completamente de terror, se estremeció y se puso lívida. Thomas, que estaba presente, inquirió acerca de tal reacción, pero el pensamiento había pasado fugitivamente y ella no consideró prudente revelarlo. Otras dudas la asaltaban también. En la biblioteca de la universidad halló un viejo volumen polvoriento que, con toda evidencia, no había sido hollado durante un muy dilatado espacio de tiempo. Contenía las más curiosas especulaciones acerca de los siglos oscuros, antes del advenimiento del sagrado Zahatopolk. No pudo resistir la conmoción que le producía su enorme antigüedad, pues algunas de aquéllas eran, incluso, anteriores al advenimiento de la era greco-judaica. En algunos de aquellos escritos encontró una doctrina según la cual las simpatías de un hombre no debían limitarse exclusivamente a los individuos de su propia raza, sino extenderse al conjunto de las razas humanas. Descubrió también que, en tiempos remotos, hombres que no habían sido rojos habían alumbrado pensamientos y pronunciado palabras que le parecían por lo menos tan profundos como cualquiera de los producidos durante la era zahatopolkiana.

Fragmento de la narración Zahatopolk, de Bertrand Russell, nacido el 18 de mayo de 1872.
El 18 de mayo de 1048 nacía Omar Khayyam, autor de las Rubaiyyat

miércoles, mayo 17, 2006

Los Judas de Jesús

Misterioso por sí mismo, y viéndose perdido en medio del universo, el hombre procura tomar posesión de este universo por el pensamiento y descubrir una explicación de su propia naturaleza y del mundo. Se esfuerza también en regular por esa explicación sus actos individuales y colectivos para armonizarlos, en lo posible, con sus intereses vitales.
La filosofía y los dogmas religiosos le han conferido diversos grandes designios, de un conjunto del que la experiencia y la esencia no le ofrecen más que fragmentos.
La historia del espíritu humano, en el plano teológico, es nublada por la guerra sostenida entre dos "principios" diametralmente opuestos: la fe y la razón, y llena de esfuerzos hechos por los abogados de las concepciones absurdas, en el sentido integral de la palabra, para dar a su lucha contra la razón apariencias razonables.
Los hombres poseen medios inherentes a su naturaleza de comprobar la realidad sensible y de establecer la verdad.

Fragmento de la obra Los Judas de Jesús, de Henri Barbusse, nacido en Asnières-sur-Seine el 17 de mayo de 1873
El 17 de mayo de 1889 nacía Alfonso Reyes

martes, mayo 16, 2006

Juan Rulfo

Eran los días en que todo se ponía de otro modo aquí entre nosotros. La gente sacaba de las cuevas del monte sus animalitos y los traía a amarrar en sus corrales. Entonces se sabía que había borregos y guajolotes. Y era fácil ver cuántos montones de maíz y de calabazas amarillas amanecían asoleándose en los patios. El viento que atravesaba los cerros era más frío que otras veces; pero, no se sabía por que, todos allí decían que hacía muy buen tiempo. Y uno oía en la madrugada que cantaban los gallos como en cualquier lugar tranquilo, y aquello parecía como si siempre hubiera habido paz en la Cuesta de las Comadres.
Luego volvían los Torricos. Avisaban que venían desde antes que llegaran, porque sus perros salían a la carrera y no paraban de ladrar hasta encontrarlos. Y nada más por los ladridos todos calculaban la distancia y el rumbo por donde irían a llegar. Entonces la gente se apuraba a esconder otra vez sus cosas. Siempre fue así el miedo que traían los difuntos Torricos cada vez que regresaban a la Cuesta de las Comadres.

Fragmento del relato La Cuesta de las Comadres, de Juan Rulfo, nacido el 16 de mayo de 1917

En Solo Literatura se puede descargar Pedro Páramo
El 16 de mayo de 1906 nacía Arturo Uslar Pietri
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lunes, mayo 15, 2006

Tinieblas egipcias

¿Dónde se ha metido todo el mundo el día de mi cumpleaños? ¿Dónde están los faroles eléctricos de Moscú? ¿La gente? ¿El cielo? ¡Detrás de las ventanas no hay nada! Tinieblas...
Estamos aislados de la gente. Los primeros faroles de petróleo se encuentran a nueve verstas de nosotros, en la estación del ferrocarril. Seguramente allí parpadea un farolillo que poco a poco se extingue a causa de la tormenta. A medianoche pasará aullando el tren rápido que va a Moscú y ni siquiera se detendrá: no le hace falta una estación olvidada, sepultada bajo la nieve. Apenas la registrará...
Los primeros faroles eléctricos están a cuarenta verstas, en la capital del distrito. Allí la vida es dulce. Hay un cine, almacenes. Al mismo tiempo, mientras la tormenta aquí aúlla y deja caer la nieve sobre los campos, en la pantalla flota una caña, se mecen las palmeras, parpadea una isla tropical...
Nosotros estamos solos.

Fragmento del relato Tinieblas egipcias, de Mijaíl Bulgákov, nacido en Kiev el 15 de mayo de 1891
El 15 de mayo de 1950 nacía Ana Rossetti
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domingo, mayo 14, 2006

Carlos Barbarito

Borges considera a Buenos Aires tan eterna como el aire y como el agua. ¿Decir cosa diferente de París, de Roma, de Benarés, de Cádiz? No, da la impresión de que estas ciudades, y algunas otras diseminadas por la tierra, siempre estuvieron donde están, situadas en un eterno presente, sin pasado fundacional ni futuro bajo las llamas o la arena. Cada uno de nosotros tiene, en su mente, una París, una Roma, una Buenos Aires personal, intransferible. No importa si uno nació o no en la ciudad, si anduvo alguna vez por sus calles o no, la ciudad soñada o imaginada no es menos cierta, menos auténtica que la ciudad real, de piedra. No recuerdo con exactitud la primera vez que supe que había en el mundo un lugar llamado París. A veces pienso que siempre lo supe, como siempre supe que había una Benarés, una Roma, un Buenos Aires. Me recuerdo en mi vieja casa de infancia, en las tardes de lluvia y relámpagos, leyendo atlas geográficos llenos de nombres que me emocionaban: Timboctú, El Cairo, Calcuta, Terranova, Adén, París... Por ese entonces jamás había salido de mi Pergamino natal, incluso nunca había estado en algunos de sus barrios. Pero cada lectura significaba para mí estar allí, en esas islas, naciones o ciudades, dejar mis huellas en ellas, mezclarme entre sus gentes o bestias. Mi París es esa de la que hablaban los ajados y gruesos libros de mi niñez, el escenario de las novelas de ambos Dumas, de Sue, de Balzac, de las películas de Clair, de Renoir, diversos materiales que se funden con la París que transité durante varios días hace ya dos décadas.

Fragmento del texto La París de Lucy Barbosa, del escritor argentino Carlos Barbarito. Del libro Cosiéndole alas a un lagarto muerto y otros escritos sobre arte y literatura, que puede descargarse aquí

El 14 de mayo de 1912 fallecía el escritor sueco Johan August Strindberg

sábado, mayo 13, 2006

Daphne Du Maurier

En la pequeña Venecia también tenemos tránsito. Nada de góndolas por supuesto, cuyas agudas proas se balancean suavemente de un lado a otro, pero frente a mi ventana se deslizan barcazas cargadas de ladrillos, y a veces de carbón, cuyo negro polvillo ensucia el balcón. Si cierro los ojos, sorprendido por el repentino pitar de las embarcaciones, y escucho el incesante jadear de los motores, puedo imaginarme, siempre con los ojos cerrados, que estoy esperando el vaporetto, en una de las tantas escalas. De pie sobre la plataforma de madera, apretujado por una multitud parloteante, veo cómo de pronto bulle el agua y oigo vibrar el motor, mientras la embarcación aminora la marcha y se acerca de popa. El vaporetto ha arrivado al muelle. Subo, acompañado de la vocinglera turba, y partimos otra vez, haciendo hervir el agua con nuestra propia estela, mientras trato de decidir entre dirigirme directamente a San Marcos, la plazza y mi mesa habitual, o abandonar el vaporetto más adelante, en el Gran Canal, y prolongar así la exquisita espera.
Las pitadas cesan. La barcaza ya está lejos. No puedo decir hacia dónde se dirige. Cerca de Paddington hay un desvío, donde el canal se bifurca.

Fragmento del relato Ganímedes, de Daphne Du Maurier, nacida el 13 de mayo de 1907
El 13 de mayo de 1840 nacía Alphonse Daudet

viernes, mayo 12, 2006

En Babilonia

Y Luis cerró el baúl y partió -con su Babilonia dentro-. Era una ciudad dorada a fuego, esmaltada de policromos esmaltes. En sus jardines, los cálices exhalaban deleitoso y ponzoñoso aroma, que adormecía como el beleño, o exaltaba como el vino secular encontrado en las ánforas pompeyanas y calcinado por los volcanes. Sus habitantes, epicúreos, coronados de rosas, o vencedores ceñidos de laurel, no se parecían a los demás hombres: vibraban y libaban, con perversidades finas y novelescas, el jugo de una existencia inimitable. Renacían en cada esquina los personajes de la depravación histórica, revestidos de su aureola de misterio que turba el corazón: Marco Antonio con sus orgías, César con sus promiscuidades, Heliogábalo con sus insaciables ansias, los Borgias con sus satanismos y, sobre todo, una sarta de Evas, perlas negras, rosadas o blancas -derretidoras de médula, calcinadoras de huesos, sorbedoras de sangre, bebedoras de alma-, emboscadas y acechando, como entre flor y flor sierpe escondida...
Y Luis, temblando de ilusión, abría los brazos y llamaba a la serpiente, anhelando sentir sus elásticas y frías roscas alrededor del cuello.

Fragmento de la narración En Babilonia, de Emilia Pardo Bazán, fallecida el 12 de mayo de 1921
El 12 de mayo de 2004 en Al_Andar...
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jueves, mayo 11, 2006

Cela

El viajero, dándole vueltas a la cabeza, va por las tapias del Retiro, llegando a la Puerta de Alcalá. Ve muy claro todo lo que piensa, y un poco confuso, quizá, todo lo que ve. El día fuerza por levantarse, cauto, desconfiado, sobre los cables más altos, sobre las últimas azoteas de la ciudad, mientras los gorriones recién despiertos chillan, en los árboles del parque, como condenados. En el parque también, sobre la yerba, la república de los gatos cimarrones, dos docenas de gatos sin fortuna, sin amo, dos docenas de gatos grises, malditos, sarnosos; de gatos que, sin un sitio al lado de ningún hogar encendido, deambulan en silencio, como aburridos presos sin esperanza o enfermos incurables, dejados de la mano de Dios.
Los portales siguen cerrados, como las bolsas avaras y miserables, y los serenos de nuevos, relucientes galones de oro, miran, con cierta desconfianza, para el viajero que pasa, camino de la estación, con la mochila al hombro y el andar despreocupado, casi sin compostura incluso.
El viajero va lleno de buenos propósitos: piensa rascar el corazón del hombre del camino, mirar el alma de los caminantes asomándose a su mirada como al brocal de un pozo.

Fragmento del Viaje a La Alcarria, de Camilo José Cela, nacido el 11 de mayo de 1916.
También un 11 de mayo nacía Francisco Umbral

miércoles, mayo 10, 2006

El castillo de Friedland

El castillo de Friedland: Las muchas posibilidades de verlo: desde la llanura, desde un puente, desde el parque, entre árboles sin hojas, y desde el bosque entre los grandes abetos. El castillo está construido de un modo sorprendente, a base de construcciones superpuestas; cuando uno entra en el patio, tarda mucho en poner orden a sus ideas, porque la oscura hiedra, el muro grisáceo, la nieve blanca, el hielo pizarroso que cubre los taludes, aumentan la diversidad. El castillo no está construido, precisamente, sobre una cumbre ancha, sino compuesto de construcciones que rodean una cumbre bastante puntiaguda. Yo subí por un sendero, resbalando continuamente, mientras que el castellano, con quien me encontré mucho más arriba, subió fácilmente por dos tramos de escalera. Había hiedra por todas partes. una gran vista desde un pequeño mirador muy saliente sobre el vacío. Una escalera adosada a la muralla se interrumpe inútilmente a media altura. Las cadenas del puente levadizo cuelgan, abandonadas, de sus ganchos.

Fragmento del Diario de un viaje a Friedland y Reichenberg, de Franz Kafka. Al parecer, este lugar le sirvió de inspiración para su novela El Castillo.

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lunes, mayo 08, 2006

Gustave Flaubert

El Grifo cava la tierra con sus uñas gritando como un gallo. Mil voces le responden. El bosque tiembla.
Y surgen toda suerte de bestias espantosas: el Tragélafo, mitad ciervo y mitad buey; el Mirmecoleo, león por delante y hormiga por detrás, con los genitales al revés; la serpiente pitón Aksar, de sesenta codos de longitud, la que espantó a Moisés; la enorme comadreja Pastinaca, que mata a los árboles sólo con su olor; el Presteros, que vuelve imbécil a quien lo toca; la Mirag, liebre cornuda que habita en las islas del mar; el leopardo Falmant, que revienta de tanto dar alaridos; el Senad, oso con tres cabezas, que despedaza a sus pequeñuelos con la lengua; el perro Capo, que derrama sobre las rocas la leche azul de sus mamas. Y hay mosquitos que zumban, sapos que saltan, serpientes que silban. Brillan los relámpagos y cae el granizo.
Las ráfagas traen anatomías maravillosas: cabezas de caimanes con pies de corzo, mochuelos con cola de serpiente, cochinillos con hocico de tigre, cabras con grupas de asno, ranas tan velludas como osos, camaleones tan grandes como hipopótamos, terneras con dos cabezas, una de las cuales llora y la otra muge; fetos cuatrillizos pegados por el ombligo y dando vueltas de vals como si fuesen peonzas; vientres con alas que revolotean como mosquitos.

Fragmento de Las tentaciones de San Antonio, de Gustave Flaubert, fallecido el 8 de mayo de 1880.

domingo, mayo 07, 2006

Carlos Vitale

Sed de navegante e islas de Cabo Verde.
Quien ha nacido del mar
se hace coral en sus profundidades blancas.
Monstruos en archipiélago y cartas de agua plana.
No habrá premio del rey para el caído
por el calor y la vegetación inabordables.
No habrá bolsa de oro ni condado
que designe con su fama valle amargo.
El que muere deja su pundonor al inerte,
al enajenado, al impasible y al verdugo.

Joâo Laguardia rodea las costas de África, poema de Carlos Vitale.
De Unidad de lugar, prólogo de Luisa Cotoner, Editorial Candaya, Canet de Mar (Barcelona), 2004
Ya en la red el nº 27 (abril 2006) de la Revista Almiar
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sábado, mayo 06, 2006

Rabindranath Tagore

Si no me hablas, llenaré mi corazón con tu silencio y así podré soportarlo. Me mantendré tranquilo y esperaré como la noche con su vigilia de estrellas y su cabeza inclinada en señal de paciencia.
Es seguro que vendrá la mañana, que se desvanecerá la oscuridad, y que tu voz se derramará por los cielos en torrentes de oro.
Entonces tus palabras saldrán volando en canciones surgidas de cada uno de mis nidos de pájaros, y tus melodías estallarán en flores a lo ancho de todas mis frondosas arboledas.

Fragmento 19 de la Ofrenda lírica, de Rabindranath Tagore, nacido el 7 de mayo de 1861 en Calcuta.
El 6 de mayo de 1980 fallecía María Luisa Bombal

viernes, mayo 05, 2006

Kierkegaard

Søren KierkegaardHabiendo un día bajado demasiado el precio de las especias en Holanda, los mercaderes hicieron arrojar algunos cargamentos al mar con el fin de elevarlo de nuevo. Habla allí un engaño perdonable y hasta quizá necesario. ¿Tenemos necesidad de una treta semejante en el mundo del espíritu? ¿Tan seguros estamos de haber llegado a tanta altura que sólo nos resta suponer piadosamente no estar en ese punto con el fin de tener con qué llenar el tiempo? ¿De esta manera es como la presente generación tiene necesidad de engañarse a sí misma? ¿Es ésa la virtud que interesaba atribuirse? ¿O quizás no ha llevado a una perfección suficiente el arte de mentirse a si misma? ¿O aquello de que ha menester no es sobre todo una seriedad íntegra que, sin dejarse asustar o corromper, indique las tareas a cumplir, una seriedad íntegra que vele con amor por estas obras, que no incite a los hombres, asustándolos, a querer lanzarse hacia lo más alto, sino, por el contrario, conservar las tareas a cumplir frescas, bellas, agradables a la vista, atrayentes a todos, y sin embrago, difíciles y apropiadas para provocar el entusiasmo de las naturalezas nobles, porque una naturaleza noble no se entusiasma sino por lo que es difícil?

Fragmento de Temor y temblor, de Sören Kierkegaard, nacido en Copenhague el 5 de mayo de 1813.
El 5 de mayo de 1949 fallecía Maurice Maeterlinck

miércoles, mayo 03, 2006

Jerzy Kosinski

Kosky es un hombre frenético. Su frenesí brota primariamente de su preocupación de cuatro décadas atrás por las palabras y las letras, más aún que por respirar. Los números enteros -tanto pares como nones- son formas de hablar para él. Y el habla -el habla en su significado de una expresión tan libre como el respirar- significa todo un mundo para él. No es extraño: aspirante a maestro de la tradición oral rutena y adepto al yoga tántrico, desde 1965 es norteamericano naturalizado. Además, el año 1966 vio la publicación de la edición no expurgada de su primera narración, acerca de una gateante niña pequeña gitana o judía durante la segunda guerra mundial. A fin de hacer este relato tan de ficción como fuera posible (por aquel entonces él mismo era un monstruoso impedido) se negó a incluir en la novela ninguna nota autobiográfica, excepto su nombre y apellido, y el nombre de Jerome (o Hyeronimus) Bosch (m.1516), el pintor cuyo Monstruo con un cesto, un fragmento de su tríptico El juicio final, fue reproducido en la portada del libro. Éste es el mismo Bosch que una vez pintó a Cristo como un pequeño niño gateante desnudo enteramente en grisaille, es decir, en blanco y negro.

Fragmento de El ermitaño de la calle 69, de Jerzy Kosinski, fallecido el 3 de mayo de 1991.
El 3 de mayo de 2004 en Al_Andar...
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martes, mayo 02, 2006

El lunar

Todo Versalles resplandecía. Desde la planta baja hasta el tejado relucían las arañas, las girándulas, los mármoles y los muebles dorados. Excepto los aposentos de la reina, todas las puertas estaban abiertas de par en par. A medida que el caballero avanzaba, le invadían una admiración y una sorpresa difíciles de imaginar, pues lo que hacía realmente maravilloso el espectáculo que se le ofrecía no era solamente la belleza y el esplendor del mismo, sino la absoluta soledad en que se encontraba en aquella especie de desierto encantado.
En efecto, cuando se encuentra uno solo en un vasto recinto, ya sea un templo, un claustro o un palacio, se siente algo extraño o, por así decirlo, misterioso. Parece como que el monumento pesa sobre el hombre, que los muros le miran, que los ecos le escuchan y el ruido de sus pasos turba el venerable silencio de tal modo, que siente un temor involuntario y no se atreve a andar sino con respeto.
Así le ocurrió al principio al caballero; pero pronto pudo más la curiosidad, y le arrastró.

Fragmento de la narración El lunar, del escritor francés Alfred de Musset, fallecido el 2 de mayo de 1857.

Ya en la red la actualización de mayo 2006 de Ala de Cuervo y el nº 141 de Letralia
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