domingo, febrero 25, 2007

Amin Maalouf

Cuatro largos meses nos separan todavía del año de la Bestia, y ya la tenemos ahí. Su sombra vela nuestros pechos y las ventanas de nuestras casas.
A mi alrededor, la gente no habla de otra cosa. El año que se acerca, las señales precursoras, las predicciones... A veces me digo a mí mismo: ¡pues que venga!, ¡que vacíe por fin su alforja de prodigios y de calamidades! Entonces, me echo atrás, me acuerdo de todos aquellos otros años corrientes en los que cada día transcurría esperando las alegrías del atardecer. Y maldigo con todas mis fuerzas a los adoradores del apocalipsis.
¿Cómo empezó esta locura? ¿En qué alma germinó primero? ¿Bajo qué cielos? No podría decirlo con exactitud, y sin embargo, en cierto modo, lo sé. Allí donde me encontraba veía el miedo, el miedo monstruoso, nacer y crecer y difundirse; le veía insinuarse en las almas, incluso en las de mis allegados, incluso en la mía, le he visto golpear la razón, pisotearla, humillarla y después devorarla.
Vi alejarse los días felices.
Hasta entonces, yo había vivido en la serenidad. Yo prosperaba, con salud y con fortuna, un poquito cada año; no codiciaba nada que no estuviera al alcance de mi mano; los vecinos me adulaban más que me envidiaban.
Y, de repente, todo se precipita a mi alrededor.
Ese extraño libro que aparece y luego desaparece, por mi culpa...
La muerte del anciano Idriss, de la que nadie me acusa, es cierto... excepto yo mismo.
Y ese viaje que tengo que emprender el lunes, a pesar de mis reticencias. Un viaje del que hoy tengo la sensación de que no voy a regresar.

Fragmento de la novela El viaje de Baldassare, de Amin Maalouf, nacido en Beirut el 25 de febrero de 1949.
El 25 de febrero de 1917 nacía Anthony Burgess
El 25 de febrero de 1983 fallecía Tennessee Williams

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