domingo, febrero 18, 2007

Jean Marie Auel

La pradera abierta, de colinas suavemente onduladas y horizontes lejanos, por donde habían viajado después de salir de la Asamblea Estival, se elevaba cada vez más. La corriente veloz del afluente, nacida en terreno más alto, emergía con mayor vigor que la sinuosa corriente principal y excavaba un canal profundo con altas orillas en el suelo de loess batido por el viento. Aunque Jondalar deseaba marchar hacia el sur, se vieron obligados a desplazarse hacia el oeste, y después hacia el noroeste, mientras buscaban el lugar adecuado para tratar de vadear el río.
Cuanto más se alejaban de su camino, más irritado e impaciente se sentía Jondalar. No estaba seguro de que hubiera sido acertada su decisión de seguir la ruta meridional, más larga, en lugar de la septentrional que le habían sugerido -más de una vez- y en cuya dirección el río parecía decidido a llevarles. Si bien no estaba familiarizado con aquel camino, que era mucho más corto, quizás hubieran debido seguirlo. Pensó que si podía adquirir la certeza de que llegarían a la meseta del glaciar, más hacia el oeste, en la fuente del Río de la Gran Madre, antes de la primavera, seguiría ese camino.
Esto significaría renunciar a su última oportunidad de ver a los Sharamudoi, pero, ¿era eso tan importante? Tenía que reconocer que en realidad deseaba verles. Le ilusionaba la idea desde hacía tiempo. Jondalar no estaba seguro de que su decisión de marchar hacia el sur obedeciera realmente a su deseo de seguir el camino conocido y, por tanto, más seguro para que regresaran Ayla y él, o antes bien a su deseo de ver a los integrantes de su familia.

Fragmento de la novela Las Llanuras del Tránsito, de Jean Marie Auel, nacida el 18 de febrero de 1936.
El 18 de febrero de 1883 nacía Nikos Kazantzakis
El 18 de febrero de 1931 nacía Toni Morrison
El 18 de febrero de 1938 fallecía Leopoldo Lugones

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