sábado, febrero 10, 2007

Arthur Miller

Piensan en nosotros y sonrío porque me saludan con tanto recelo. Es porque soy abogado. En este barrio encontrarse con un abogado o con un cura es mala fortuna; piensan en desastres, por eso nos prefieren lejos.
A veces pienso que detrás de ese saludo descansan tres mil años de desconfianza. Un abogado significa la ley, y en Sicilia, de donde vienen sus padres, la ley no es una idea agradable desde que los griegos fueron derrotados.
Tiendo a advertir las ruinas en las cosas, quizá porque nací en Italia... Llegué aquí a los veinticinco. En esos días, Al Capone, el cartaginense más famoso, aprendía su oficio en este empedrado, y el mismísimo Frankie Yale fue partido en dos por una ráfaga de ametralladora en la esquina de Union Street, a sólo dos manzanas. Aquí muchos fueron baleados justamente por hombres injustos. Aquí la justicia es muy importante.
Pero esto es Red Hook, no Sicilia. Y el barrio enfrenta la bahía de este lado del Puente de Brooklyn, que da al mar. Éstas son las fauces de Nueva York tragándose los tonelajes del mundo. Y ahora somos casi civilizados, casi norteamericanos. Ahora arreglo las cosas de otro modo, y eso me gusta más. Por eso ya no guardo un revólver en mi escritorio. Y mi trabajo carece de todo romanticismo.
Mi mujer me advirtió y también mis amigos; me dijeron que la gente de este barrio carece de elegancia, de glamour. Después de todo ¿con quiénes traté a lo largo de mi vida? Con estibadores y con sus mujeres, con sus padres y sus abuelos; en casos de indemnizaciones, desalojos, peleas familiares - los despreciables problemas de los pobres – pero... una vez cada tanto mientras atiendo algún caso y escucho a las partes contarme sus problemas, el aire chato de mi oficina se impregna del verde aroma del mar, el polvo de este aire se disipa, y llega a mí la imagen, en tiempos de César, o tal vez en Calabria o junto a un acantilado en Siracusa, de otro abogado que, vestido de manera diferente a la mía, escucha las mismas quejas y – allí sentado, tan impotente como yo - observa cómo el caso sigue, inexorablemente, su curso sangriento.

Fragmento de la obra Panorama desde el puente, de Arthur Miller, fallecido el 10 de febrero de 2005.
El 10 de febrero de 1837 fallecía Aleksandr Pushkin
El 10 de febrero de 1898 nacía Berthold Brecht

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